Y Sandino... ¿Dónde está?



Podría hablar sobre Niquihonomo de dónde está, cuantos habitantes tiene..... pero para eso meterse en la wikipedia y ya....http://es.wikipedia.org/wiki/Niquinohomo Yo quiero hablaros de lo que me ocurrió allí...


Niquinohomo fue hace un poco más de una década pueblo famoso. Allí nació Sandino.
He ido en busca de su casa (supongo que museo) y me han dicho:
- Museo ya no hay.
-¿Qué se hizo? -interrogo con cierto estupor.
-Preguntále a Daniel o a la Chayo que es la que se llevó todas las  chochadas.
-¿Y por qué desmantelaron el museo? -insisto.
-A saber para qué vergas.
Llego a una casa donde hay varias placas que indican la filiación familiar o la dignidad profesional o simplemente el pundonor pueblerino. Pero me equivoco, porque sólo es una casa particular de los Avendaño Sandino, que de algún modo muestran su otrora ilustre apellido.
Pregunto al vecino inmediato de los Avendaño Sandino por la casa de Augusto C. Sandino. «Se llevaron las cosas que tenía y están allá en Managua, cerca del malecón», me dice. Indago acerca de homenajes a Sandino o actividades similares y el vecino niquinohomeño riposta: «Daniel, en campaña, es el que viene a echarse chagüites». Muestro una inconfundible cara de indignación, no por lo que dice del eterno candidato presidencial del Frente Sandinista de Liberación Nacional, sino por el manoseo constante de una figura como Sandino que debería dar luz y no servir de ungüento. Claro, mi rostro compungido parece que le resulta incomprensible al vecino de Niquinohomo.
Abordo a otro niquinohomeño y me comenta, sin sobresaltos (hasta alegre y convencido), que el museo lo han convertido en biblioteca «y ahora los chavalos hacen investigaciones y eso.» Me parece una mejor respuesta. ¿Pero estará allí por lo menos el Pensamiento Vivo de Sandino? Digo pues, para que no les den cuentos de camino real a las nuevas generaciones. Pero eso lo sabré cuando llegue a la casa referida, que por fin he averiguado que queda frente al parque.
Arremeto y vuelvo a preguntar a otro vecino, pero ahora al costado sur del parque, si existe algún pariente directo de Sandino en Niquinohomo «Es correcto, hombre, andáte cuatro cuadras derecho, dos al lago y una abajo. Frente a donde se hacían nacatamales». Es una señora, pero no sabe cómo se llama. Es hermana de Sandino, creo escucharle. Pero no me parece que sea cierto eso. Hago cálculos mentales que le manifiesto a mi improvisado interlocutor. Entonces corrige: es la hija. ¿Cuál?, quiero interpelarle, pero el hombre me ataja y busca otra respuesta: sobrina. Al constatar que estoy con el ceño fruncido, termina sin convicción con unas palabras más etéreas aún: algo ha de ser, jodido.
Me entristece, en verdad, este abandono de la persona que dio sentido profundo en Nicaragua a la palabra dignidad hace más de sesenta y cinco años. Olvidar a Sandino es olvidar las raíces de uno mismo.


Sigo todavía al costado sur del parque, pero ahora hablo con un muchacho (no creo que tenga más de veinte años) que se acerca muy atento a ver qué busco, y atisbo que se da cuenta que estoy tomando apuntes y supone (supone bien) que pondré algo de lo que me diga. Me quejo con él porque no veo rótulos que indiquen la ubicación exacta de la casa de Sandino y agrego que es más visible la Primera Iglesia Evangélica de Niquinohomo-El Edén-Convención Centroamericana. El muchacho de Niquinohomo -que no Sandino-, me dice con entusiasmo que lo que sucede es que están rehabilitando la casa y que cuando esté terminada traerán las cosas y volverá el museo y no sé cuantas linduras más. No le creo.
Continúo buscando. Antes de colocarme al costado occidental del parque pasa un hombre viejísimo arrastrando su cuerpo. Va diciendo cosas, como para su alter ego. Se me ocurre pensar que a lo mejor es Sandino que anda de incógnito, pero eso querría decir que Sandino no fue asesinado por orden del primer Somoza en 1934.
Atrancas y barrancas pues, llego a la que fue casa de Sandino. ¿Y cómo la vi? En ruinas: con unos cráteres bárbaros. Si la están componiendo esa casa, casi la van a hacer nueva. Pero en la lipidia que se  encuentra Nicaragua ¿habrá dinero para eso? Y en todo caso, ¿quién está patrocinando esta supuesta reconstrucción?
No me parece que sea punto de honor tener o no un museo sobre Sandino. Pero si había uno, ¿por qué lo quitaron? Me parece que la politiquería le dio y le dio al monigote y ahora sólo queda un trapo en desuso.
No quiero irme de Niquinohomo sin explorar un poco más. Abordo a dos mujeres que van caminando despreocupadas a media calle. Una, la mayor, enchancletada y quizá de no más de treinta y seis años; la otra, la menor, pero de unos veintitrés años, con una falda corta y suecos. Morenas las dos. La enchancletada responde con agilidad a mis peguntas, que giran entorno a la cantinela de por qué quitaron el museo y eso. La de falda corta no habla y me parece que ni le importa lo que ando indagando, porque rápido se nos despega para irse a platicar con un flaco peludo tatuado que  está saboreando un Eskimo doble de ron con pasas (helado de acá) al otro lado de la calle.
Reviso mis apuntes y evalúo que es suficiente. Comienzo a salir. Pero un mensaje a un costado de la iglesia católica de Niquinohomo me desconcierta: «Mirad que estoy a la puerta y llamo». a mí se me antoja elucubrar que quizás es una frase enigmática de las que hacía Sandino.
Estoy ya en las afueras y cojo la carretera que desemboca en Las Esquinas y va quedando a mis espaldas lo único visible que hay de Sandino en Niquinohomo: un muñeco de metal de tamaño familiar.
¿Y Sandino?, me pegunto mientras tanto.

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